Quiero unirme a los amigos y compañeros de trabajo de Enrique Copeiro en un merecido homenaje mediante la inclusión de esta semblanza realizada por Miguel Ángel García Campos y hemos querido depositar para que queden en la memoria colectiva algunos trabajos y proyectos suyos que quisieron contribuir al disfrute de los ciudadanos, sin diferencias, en Gran Canaria: . Las Canteras y Agaete. (Ver también entrevista realizada por Tino Armas en miplayadelascanteras.com)
Enrique Copeiro del Villar Martínez nació en Burgos el 31 de marzo de 1947 y murió en Gran Canaria el 17 de enero de 2009.
Se graduó en 1970 como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid, en la especialidad de Transportes, Puertos y Urbanismo. En 1978 obtuvo la distinción de Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Cantabria, con la tesis: «Análisis Extremal de Variables Geofísicas». Era catedrático en excedencia de Ingeniería Marítima.
A nivel profesional hay que destacar sus aportaciones a la formulación y obtención del régimen extremal de oleaje y a la concepción de los diques sinusoidales. Trabajó en la ordenación del litoral, en la geomorfología costera y dinámica sedimentaria, en las interacciones obras marítimas – medio sedimentario litoral, en las actuaciones para la defensa, ampliación o creación de playas, en la recuperación o/y estimulación de la vida litoral, en el acondicionamiento recreativo de costas rocosas, en infraestructuras de tipo portuario, en clima marítimo, y en el desarrollo de numeroso planeamiento territorial e insular en ámbito costero. El diseño y desarrollo de los diques sinusoidales tuvo su proyección más relevante en el anteproyecto de la Defensa del Malecon de La Habana, (Cuba, 1993). Este proyecto obtuvo el primer premio del concurso internacional convocado al efecto por la Unión de Arquitectos e Ingenieros de Cuba.
La faceta profesional va indisolublemente unida a la faceta humana y es en este terreno donde Enrique Copeiro se distinguía de los demás compañeros. Son memorables las lecciones éticas en las relaciones con la Administración, con las constructoras y con otros profesionales. Destaca sobremanera por la honradez intelectual que siempre le llevaba a reconocer explícitamente, con nombres y apellidos, las contribuciones de otras personas a su quehacer intelectual o profesional y la inconmensurable estatura moral que mostró en algunos conflictos o desencuentros profesionales o con amigos muy cercanos, en todos los cuales actuó con exquisitez. Su coherencia y ecuanimidad le llevaron a alcanzar las cotas más altas en la ingeniería marítima, pero también le generó un gran número de enemigos. Era una persona insobornable en el ámbito profesional y social, tuvo grandes discrepancias y desencuentros a nivel técnico y político, hasta el punto notable de que se fue por iniciativa particular de organismos tan relevantes como el departamento de Ingeniería de Costas del Laboratorio de Puertos «Ramón Iribarren», MOPU, Madrid, de la Cátedra de Ingeniería Marítima en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, C. y P., Universidad Politécnica de Barcelona, y del Programa de Planeamiento y Actuaciones en la Costa. Dirección General de Puertos y Costas, MOPU.
Fue de los primeros profesionales que introdujo la variable biológica-ecológica en los proyectos y el planeamiento de obras costeras. También apostó por la participación ciudadana en sus proyectos e informes cuando nadie lo hacía. Trato de implicar a todos los actores posibles en la toma de decisiones, adquiriendo un compromiso social con las asociaciones de vecinos, colectivos ecologistas y todo aquel que se le acercaba, especialmente para aquellos que no tenían voz y voto oficial en las estructuras del poder de decisión.
Destacar su profunda formación humanista y su energía vital en cualquier debate, su sentido del humor y su estilo de caballero andante. Los últimos meses de su vida los empleó en escribir un libro sobre el estudio comparado de las distintas teorías de la evolución de la vida (Darwin y el resto de autores).
Como resumen de su valía se describe una de las muchas anécdotas de Enrique. En 1974 tuvo que diseñar el Puerto de la Restinga, en el Hierro, pero la obra disponía de un límite de presupuesto. Por cálculo, el dique no se podía construir con ese presupuesto, pero para que los pescadores tuvieran su refugio pesquero, bajó intencionadamente la altura de ola de cálculo, sin justificación técnica. Finalmente el puerto fue construido y no ha tenido averías dignas de mención.
La siguiente anécdota la relata en primera persona Vicente Benítez, colaborador habitual y asesor biológico en los proyectos de Enrique:
“Contaré la anécdota sobre como lo conocí, habíamos quedado en un bar, en un bareto, sus sitios favoritos para reuniones eran los bares, donde mas cómodo se sentía, y en su casa, aunque le gustaba mantener su casa a salvo de demasiada gente. Bueno, pues habíamos quedado en un bar para conocernos después de haber hablado varias veces por teléfono, me intrigaba conocer a este ingeniero tan heterodoxo. Yo le comenté como algo original y de forma metafórica, que había fisuras en las leyes por las que se colaban las interpretaciones interesadas de
las leyes y normas ambientales, y él respondió con su sonrisa y expresión de quijote Burgalés, fisuras no, grietas enormes por las que se puede colar un camello”.
Por último, un proyecto desconocido de Enrique para la inmensa mayoría, es que en 1973 realizo el plan de carreteras para las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera, y El Hierro. El Plan, fue ejecutado y definió la configuración general que caracterizó hasta hace pocos años a las redes viarias principales de las cuatro islas occidentales del Archipiélago.
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